Pensar en nuestro paraíso personal a veces es imaginar aguas cristalinas azul turquesa, playas de arena fina y blanca, palmeras por doquier, islas volcánicas y coralinas, fondos marinos de quitar el hipo y gentes extraordinarias…este paraíso en la tierra existe y se conoce como Polinesia Francesa.
Polinesia es un destino en sí mismo no solo una playa “de foto” y es mucho, mucho más que Bora Bora.
Situado en “mitad de la nada”, al sur del Oceano Pacífico lo componen 118 islas con islas como Sociedad, Tuamotu, Marquesas, Australes o Gambier..solo con estos nombres de archipiélagos, ya inspiran.
El punto de inicio de este sueño es Papette, donde merece la pena dedicar al menos un día entero para descubrir las maravillas que tiene en su interior. El valle de Papenoo no se debería dejar pasar por alto…
Las islas mas conocidas y más visitadas son Moorea y Bora Bora, pero no deberíamos olvidarnos de otras como Tahaa, Rangiroa, Tikehau o la icónica Tetiaroa.
Bien es cierto que cuando divisas por primera vez el hechizante monte Otemanu en Bora Bora es cuando sientes que estas en el edén.
Disfrutar del entorno, de los atardeceres, de la gastronomía, de las villas sobre el mar u overwaters, se da por supuesto. Pero además de todo esto se pueden realizar travesías en catamarán, hacer snorkel con tiburones de punta negra y limón, alimentar a las rayas, y como no.…hacer submarinismo.
Cuesta llegar hasta allí, como casi todo lo que merece la pena, pero una vez que has vivido y te has impregnado del ambiente polinesio…no querrás volver a casa.